miércoles, 14 de junio de 2017

Matilde. Eduardo Galeano.

Cárcel de Palma de Mallorca, otoño de 1942: la oveja descarriada.
Está todo listo. En formación militar, las presas aguardan. Llegan el obispo y el gobernador civil. Hoy Matilde Landa, roja y jefa de rojos, atea convicta y confesa, será convertida a la fe católica y recibirá el santo sacramento del bautismo. La arrepentida se incorporará al rebaño del Señor y Satanás perderá a una de las suyas.
Se hace tarde.
Matilde no aparece.
Está en la azotea, nadie la ve.
Desde allá arriba se arroja.
El cuerpo estalla, como una bomba, contra el patio de la prisión. Nadie se mueve.
Se cumple la ceremonia prevista.
El obispo hace la señal de la Cruz, lee una página de los evangelios, exhorta a Matilde a renunciar al Mal, recita el Credo y toca su frente con agua consagrada.

 

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